Todos buscamos respuestas: ¿quién soy?, ¿por qué estoy aquí?, ¿qué sucede después de la muerte? La buena noticia es que hay un camino que responde a todas estas preguntas
El propósito de vida
IKIGAI
En Japón, usan una palabra que ha comenzado a resonar en todo el mundo: ikigai, la “razón de ser”. No es solo un término de moda; es un concepto filosófico y cultural que invita a cada persona a preguntarse: ¿qué me da motivos para levantarme cada mañana? ¿Qué es lo que me gusta hacer, en qué soy bueno y cómo puedo aportar algo valioso a los demás?
A primera vista, el ikigai parece ofrecer una guía clara para encontrar felicidad y motivación. Nos promete satisfacción al alinear nuestra pasión, talento y utilidad. Pero, por más inspirador que sea, no alcanza a tocar la profunda cuestión existencial que todo ser humano enfrenta: ¿cuál es nuestro verdadero propósito más allá de lo que creemos hacer bien?
Pensemos, por ejemplo, en un murciélago. Este pequeño animal podría sentirse completamente realizado creyendo que su propósito es cazar insectos por la noche. Lo hace con maestría y se identifica con esa tarea, convencido de que para eso fue creado. Sin embargo, su verdadero papel en el mundo es más grande: al cazar insectos y controlar plagas agrícolas, ayuda a que los humanos tengan alimentos saludables. Su impacto real trasciende lo que él mismo percibe; su “propósito profundo” es mantener el equilibrio en el ecosistema.
Lo mismo ocurre con los seres humanos. Una persona que se forma para ser médico puede pensar que su misión es curar pacientes uno a uno. Pero su propósito más profundo podría ser investigar y desarrollar vacunas, logrando salvar la vida de miles de personas. Lo que percibe como su ikigai cumple su pasión y talento, pero su verdadera influencia va mucho más allá de lo que alcanza a imaginar.
Aquí es donde la perspectiva cristiana aporta otra dimensión. Mientras que el ikigai puede centrarse en la motivación personal y en la búsqueda de satisfacción inmediata, la enseñanza cristiana apunta a dar sentido a toda la existencia. No se trata solo de lo que nos hace felices o competentes, sino de descubrir una vida con significado profundo, conectada con algo mayor que nosotros mismos y que trasciende nuestras propias capacidades.
El ikigai puede ser un punto de partida para explorar nuestras habilidades y motivaciones. Pero comprender nuestro verdadero propósito implica mirar más allá de lo que creemos y otros creen que somos. Dios, a través de la Biblia, nos enseña el verdadero significado, sentido y propósito de nuestra existencia, y este es un significado mucho más trascendente y eterno.
ARTÍCULOS QUE TE PUEDEN AYUDAR
¿QUÉ MÁS PUEDO HACER?
El Camino de la Felicidad es un sencillo estudio bíblico que ha guiado a millones de personas en todo el mundo. Léelo con mente abierta. Deja que su mensaje te llegue al corazón. Te sorprenderá el resultado.
Quiero contactar con alguien que me pueda ayudar