No importa cuánto te hayas alejado o cuánto hayas buscado sin encontrar. Existe un único
Una relación viva.
Un nuevo récord: el puente más alto del mundo
Recientemente se completó la construcción del puente del gran cañón de Huajiang, en Guizhou, China. Con 625 metros de altura sobre el río Beipan, se ha convertido en el puente más alto del mundo, superando en más del doble la altura de la Torre Eiffel.
Lo más sorprendente no es solo su magnitud, sino la rapidez de su construcción. Mientras proyectos similares suelen tardar 5 a 10 años, este puente se levantó en poco más de tres años.
Antes de su inauguración, se realizaron rigurosas pruebas de seguridad. Una de las más impactantes consistió en colocar 96 camiones, con un peso total de 3.000 toneladas, sobre la calzada durante varios días, monitoreados por cientos de sensores. Las imágenes recorrieron el mundo, confirmando la solidez de la estructura.
Más allá de unir regiones y acortar distancias, el puente busca convertirse en un atractivo turístico y un símbolo de innovación y desarrollo.
Si esta obra humana es impresionante, hay un puente aún mayor: aquel que une la tierra con el cielo. Ese puente es Jesucristo.
La Biblia enseña que el pecado abrió un abismo entre Dios y la humanidad, imposible de salvar por nuestras propias fuerzas. Pero Dios proveyó un camino: su Hijo Jesús, que tomó forma humana y, mediante su muerte en la cruz y su resurrección, levantó un puente eterno entre nosotros y el Padre.
Este puente no está hecho de acero, sino de amor, gracia y sacrificio. Es firme, inquebrantable y probado con el peso de toda nuestra culpa y dolor, pero permanece para siempre.
Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6). Gracias a Él, la distancia entre Dios y nosotros queda superada, y lo que parecía imposible ahora es posible: tener comunión con el Creador y recibir vida eterna.
El Puente de Huajiang une montañas y acorta distancias. Jesús quiere restaurar tu relación con Dios, transformar tu vida y asegurar que tu nombre esté escrito en el Libro de la Vida, para vivir con Él por la eternidad.
Hoy, ese puente hacia Dios está abierto. La pregunta es:
“¿Darás el paso de fe para cruzar el puente que es Cristo y recibir la vida eterna?”
Si quieres responder sí, puedes hacer esta oración, creyendo en tu corazón:
Señor Jesús, reconozco que soy pecador y necesito tu perdón. Gracias por morir en la cruz y abrir el camino hacia el Padre. Hoy confío en ti como mi Salvador, te recibo en mi vida y te entrego mi corazón. Gracias por darme vida eterna y por caminar conmigo todos los días. Amén.
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